
El diálogo interno es la manera en la que hablamos con nosotras, y la forma en la que según los místicos, hablamos con el Universo.
Puedes no creer en esas cosas, pero lo que sí puedes hacer es aprender a gestionar tu diálogo interno para potenciar tu carrera literaria y mejorar tu productividad. Porque el diálogo interno está muy ligado a la procrastinación, a la autoestima y a la actitud.
La metáfora del autobus y el diálogo interno
Uno de mis maestros explicaba siempre que para entender el diálogo interno tenemos que imaginar que estamos llevando un autobús. Cuando no tenemos mucho control sobre las carreteras (porque estamos en una zona nueva), vamos siempre más nerviosos. Cuando vamos por una zona que conocemos de sobra, vamos mucho más tranquilos.
Ahora bien, mientras tú llevas el volante, imagina que cada uno de tus pensamientos es un pasajero que grita, hace aspavientos, señala, te dice hacia dónde has de ir, cómo has de hacer, se pelean entre ellos… Tú conduces el autobús, pero con todo ese jaleo a la espalda, acabas distrayéndote.
Si vas por zona conocida te va a ser más fácil seguir con tu camino, ahora sí, cada vez que intentes probar una nueva dirección son tan maleducados tus pasajeros que pueden volverte loca y terminar desviándote. Incluso puede que te toquen tanto las narices que llegue un momento en el que les cedas el volante.
Es una situación realmente injusta y frustrante, porque no puedes echarles del autobús, y tampoco puedes frenar y bajarte tú. ¿Entonces?
Paso 1: entender tu diálogo interno
Tu diálogo interno existe para mantenerte a salvo. Tu mente cuando eras bebé y niña, funcionaba como una grabadora, y recopilaba información, frases y patrones que como niña te parecieron importantes. Llegado el momento, dejaste de centrarte tanto en grabar y más en repetir.
Así pues todos esos pasajeros maleducados fueron subiendo uno a uno a tu cabeza (autobús) cuando eras niña, o cuando luego a lo largo de tu vida (adolescencia y madurez) pasó algo que te hizo añadir nuevos pasajeros.
Cada uno de los pensamientos de tu diálogo interno está ligado a una creencia, y estas, determinan la manera en la que ves y vives el mundo. Cuando exploras lugares fuera de tu zona de confort, tus pasajeros se vuelven locos porque te quieren proteger, y fuera de tu recorrido habitual, quizás te topes con un león.
Por eso, yo te invitaría a parar el autobús (porque para dar vueltas a un mismo punto, quizás es mejor parar y replantearnos la ruta) y reflexionar sobre esos pasajeros que van contigo en tu cabeza. ¿Desde cuándo están ahí? ¿Cuándo les diste acceso? ¿Qué los activa? ¿Qué necesitan?
Yo me he dado cuenta de que a raíz de experiencias de mi adolescencia no muy agradables, mi mente trata de sabotearme cada vez que lanzo un proyecto nuevo. ¿Resultado? Que hasta que no me doy cuenta mis pasajeros hasta me quitan el volante. Eso sí, cuando soy consciente: paro, pongo orden, y les recuerdo que soy yo quien conduce 😉
Paso 2: clarifica el para qué de tu ruta
Tu diálogo interno (aunque a veces no lo parezca) quiere lo mejor para ti. Cuanto más claro tengas el dónde quieres ir y el PARA QUÉ quieres ir allí, más sencillo te resultará tranquilizar a las masas que rondan en tu cabeza.
Aprovecha este alto en el camino para:
- Plantar objetivos realistas
- Conectar emocionalmente con ellos: ¿Cómo te vas a sentir cuando lo consigas?
- Clarificar tu para qué.
- Definir un antídoto: ¿Qué te vas a decir y repetir —hasta la saciedad si es necesario— cuando tu mente trate de sabotearte?
Ejemplo del punto 3:
Quiero levantarme a escribir todos los días a las 6am.
¿Para qué?
Para avanzar en la novela.
¿Para qué?
Para poder terminar el borrador en mayo.
¿Para qué?
Para avanzar en mi carrera literaria.
¿Para qué?
Para poder soltar mi trabajo nutricional
¿Para qué?
Para dedicarme 100% a lo que me apasiona y ser feliz.
Es un ejemplo tonto, pero muy gráfico. Si nos quedamos en el primer ¿para qué? puede que nos entre el agobio. SI avanzamos hasta el último llegamos a la raíz, a eso que nos ilusiona y nos conecta con la emoción que estamos aprendiendo a cultivar.
Tu dialogo interno puede ser tu mejor amigo
Está tan ligado a tu autoestima que aprender a entenderlo y transformarlo me parece fundamental. El modo en que te hablas a ti misma te define, y tiene un impacto brutal en la manera que vives y creas.
Si te hablas con desprecio, cuestionando tu potencial y creyéndote menos que los demás, te estarás convirtiendo en tu peor enemigo. PERO si aprendemos a potenciarnos, y a cultivar la compasión y el respeto primero por nosotras, la película cambia.
Según lo educados que estén tus pasajeros, potenciarás en ti unas actitudes u otras, florecerán unas emociones u otras, etc. Tu diálogo interno tiene un impacto directo en tu cerebro y lo modifica. Fíjate que estás creando unas condiciones u otras para tu cerebro ahora mismo, ¿no es impresionante?
Si te interesa este tema (que a mí tanto me apasiona) déjanos un comentario y ampliaré info en otro artículo. Puedes leer más sobre cómo transformar tu diálogo interno aquí, y para mejorar tu productividad (si es lo que te trajo a este artículo) tienes el maravilloso libro de Ana. Si hay dudas, aquí nos tienes.
Un abrazo y ¡a leer y escribir por la dominación de la romántica!
Bea Blumen x